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Sentado en el brazo de un sofá, el gato Ruta mira fijamente las enormes orejas del perro Howie, incapaz de sustraerse a la tentación de darle una colleja. Tras largos segundos de reflexión acompañados de las risas de su dueño, el felino no se resiste y acerca con cautela su pata a la cabeza del can, que parece ajeno a las acciones de su vecino. Sin embargo, cuando finalmente se decide, el ‘agresor’ se arrepiente al instante.


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